Por lo visto, las bandas extranjeras le han cogido el gustillo a eso de atracar los bancos españoles. Los expertos tienen claro el porqué: España es muy cómoda; tiene buen clima, excelentes carreteras y unas leyes poco duras. La Comunidad de Madrid encabeza, junto a la Valenciana, Cataluña y la Costa del Sol, el número más alto de atracos de bancos en el territorio nacional según se hace eco un artículo del diario ABC. En la Comunidad e Madrid, dependiendo de la época, hay entre 10 y 15 atracos a bancos al mes. Hasta uno cada dos días. Una modalidad delictiva que, pese a lo que se pueda pensar, no ha crecido de manera notable a causa de la crisis según este diario. Sin embargo, en Cataluña según otro artículo del diario El País, el año pasado, los Mossos investigaron 121 casos, lo que supone un 23% más que el año anterior (98). “Es posible que la crisis haya influido, pero no consta que gente sin antecedentes se dedique a robar bancos”, explica el inspector jefe del área de patrimonio. Pero hay que decir que este aumento, además, es algo “engañoso” debido a El Dj, un hombre que les tuvo jugando al gato y al ratón entre noviembre de 2011 y mayo de 2012 y que atracó él sólo 13 bancos.
Bandas organizadas
Los grupos criminales organizados llegan, hacen lo que tienen que hacer y se vuelven a casa. Por ejemplo, los clanes italianos. «Hemos detectado que vienen a hacer la campaña de primavera, pegan tres o cuatro palos y se van de vacaciones de verano a su país», explica un mando policial. Entre las nacionalidades destacan también los chilenos y argentinos, además de los españoles, claro. Son grupos pequeños, de tres o cuatro personas, que esperan al retardo de la caja fuerte, que es de diez minutos, porque saben que es ahí donde está el dinero. A diferencia del atracador que actúa solo, las bandas organizadas mantienen una actitud mucho más fría. Siempre tienen la cobertura de alguien en el exterior y en la mayoría de las ocasiones utilizan pistolas que al final resulta que son falsas. Y cuando las armas son reales, las obtienen en el mercado negro.
Los disfraces de los atracadores
Hay delincuentes que utilizan desde muletas para no ser detectados por los escáneres de seguridad que hay en las entradas de muchas entidades bancarias hasta otros elementos de camuflaje como bufandas tipo braga, capuchas, cascos integrales de motoristas y las eternas gafas de sol, un clásico. Hay muchos que se colocan celo en la yema de los dedos cuando entran a atracar a un banco para que no sospechen de que llevan guantes si parte de su “modus operandi” es intentar pasar desapercibidos.
Los atracadores solitarios
Pero los más peligrosos pueden ser, no los grupos de criminales organizados, sino personas en situaciones extremas que muchas veces no tienen nada que perder. Delincuentes comunes con un historial criminal desde su juventud y españoles. «Suelen ser más peligrosos porque no sabes por dónde pueden salir. Pueden ser toxicómanos, gente que acaba de salir de la cárcel y que opera por su provincia», explica un mando policial. Son los más numerosos, aunque sus botines son más pequeños, de entre 300 y 500 euros, ya que procuran estar el menos tiempo posible en la entidad, no esperan el retardo de la caja y se llevan lo que hay en ventanilla. Pero la clave en el robo es la intimidación. En 7 de cada 10 casos que investigaron los mossos el año pasado, el atracador llevaba un arma, real o simulada. En dos y medio, portaba un arma blanca.
El caso más reciente de atracador solitario, aunque nada común, es el de «El Calvo». Desde agosto a octubre cometió cerca de una quincena de robos a bancos, por lo que era el más activo en Madrid en los últimos tiempos. Se había separado de su mujer y era él quien había obtenido la custodia de los hijos. Era camionero pero se quedó en paro. Su nivel de gastos era de 2.500 euros al mes y no se le ocurrió otra cosa que ir prácticamente cada día en autobús desde Miraflores de la Sierra a la capital y seleccionar una sucursal bancaria a la que asaltar. Procuraba no decir una palabra. Sacaba un cartel con la cifra de 2.500 euros apuntada y se marchaba con el dinero. Hasta que en noviembre, tras intentar un atraco, unos agentes le sorprendieron sentado en un banco: “Aquí estoy, viendo dónde atracar”, les confesó. Fue detenido pero, muy educado el hombre, por lo visto pidió disculpas a los policías: “Perdonen las molestias”, les dijo. Si es que estos tiempos que vivimos nos están haciendo ver cosas que parecen de película.