Ya vimos aquí el caso de ese hombre que simuló robar un banco para poder tener un techo y cuatro comidas diarias (El atracador que no quería robar). Ése era un hecho extremo. Pero día a día podemos encontrar casos (impulsados por causas similares) constitutivos de delito, más pequeños, pero que se repiten por todas partes. Y es que la crisis económica ha provocado un incremento de la simulación de robos. Se refieren, en la mayoría de casos, a robos en viviendas y en vehículos que no son reales. Vamos, la picaresca de toda la vida, pero elevada al cubo a causa de los tiempos que vivimos. De hecho, las aseguradoras están en alerta y son muchas las que contratan detectives privados ante cualquier sospecha.
Las compañías aseguradoras se fían cada vez menos
Como ejemplo, lo sucedido en Vilanova de Arousa. Un hombre que denunció que habían desvalijado su turismo, llevándose las cuatro ruedas, los asientos, el equipo de música y de todo. Sin embargo, la compañía no se fiaba y solicitó los servicios de un investigador privado y, tras analizar su informe, acabó acusando al propietario de haberse auto robado y se negó a pagarle los costes reclamados. Así que, si la compañía tiene razón, al denunciante le sale el tiro por la culata. Ahora será un juez el que decida quién tiene que pagar a quién. Y no es el primer caso de este estilo a lo largo y ancho de la geografía española. Por ejemplo, las denuncias falsas con intención de cobrar la indemnización del seguro se convirtieron ya en un motivo de preocupación para los responsables de la Policía de Sevilla el año pasado, por un incremento de más del 107 por ciento en el número de detenidos en esa ciudad andaluza por esta causa. Porque además muchas de las denuncias se escondían detrás de un delito considerado grave, como robos con violencia.
Los móviles, los más robados por sus dueños
Los móviles son las estrellas de las denuncias falsas. Y hay que destacar que por una tontería así, por ejemplo un joven se puede jugar su futuro, ya que una condena de multa puede considerarse como “antecedentes” e impedirle, entre otras cosas, presentarse a unas oposiciones.
Las denuncias más absurdas
Entre las denuncias más estrambóticas, podíamos encontrar el caso de un individuo que denunció haber sido víctima de un tirón perpetrado desde una moto por dos supuestos delincuentes que le habrían arrebatado… ¡un ordenador portátil, un DVD, un televisor de pantalla plana de 32 pulgadas y hasta una caja de pasteles! Tras detener al fabulador, la Policía encontró en su domicilio, entre otras cosas, el televisor. De la caja de pasteles, nunca más se supo, claro. Este caso y más denuncias absurdas y curiosas los podéis encontrar en un interesante artículo del diario ABC.
El caso es que, desde jóvenes a ancianas, la picaresca se extiende cada vez más en nuestro país. Aunque, en muchas ocasiones, el fraude no resulta tan fácil. Y los denunciantes pueden acabar, al final, denunciados.
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