Hoy en día la seguridad y el confort en nuestro hogar está presente en cualquier rincón o situación. Abrimos y cerramos nuestra casa con llaves únicas, tenemos sistemas de comunicación que nos permiten contactar con cualquier persona en la otra punta del mundo, y podemos salir de casa tranquilamente sin tener que llevar a cuestas todos nuestros objetos de valor. Pero hubo un tiempo en que la vida no era tan fácil en este sentido.
Historia sobre la seguridad del hogar: evolución
Es interesante, e incluso divertido, echar un vistazo atrás, repasar la historia y descubrir la evolución de la seguridad del hogar, partiendo de los fosos que rodeaban los castillos medievales hasta llegar a las cámaras de circuito cerrado de la actualidad.
Curiosidades de la era antigua
Algunos sistemas de seguridad de la era antigua son muy ingeniosos. Cada cultura y momento histórico encontró su manera de proteger el hogar, algunas de las que más nos han llamado la atención son:
- En la antigua Roma ya conocían los candados. Muy similares a los que conocemos nosotros, eran metálicos y se utilizaban en caso de viaje para bloquear la cerradura y evitar los intrusos. Su invención data del año 200 – 100 aC.
- En Japón decidieron construir sus casas con tablas de madera en el suelo con la intención de que estás chirriaran cuando alguien las pisara. De esta manera ni un samurái podía entrar en casa sin que lo oyeras.
- Hace 1500 años en Tanzania empezaron a edificar sus casas en las pendientes de las colinas. De esta manera el intruso tenía que pasar por encima para acceder y tenían tiempo de escuchar sus pasos para defenderse.
- En la Europa medieval los reyes defendían sus castillos rodeándolos de fosos, puentes levadizos, gruesos muros con aspilleras -los pequeños agujeros por los que introducir el arma y disparar a los enemigos-, o las aberturas en el techo en el paso por la puerta que se utilizaran para verter aceite o plomo fundido a los enemigos. Un sensor de entrada algo caótico, pero muy completo.
Los cambios de la industrialización
La revolución industrial trajo grandes cambios en el ámbito de la seguridad y la protección del hogar, sobretodo por la necesidad de convivir en grandes comunidades que empezaban a crecer en las diferentes ciudades. Con más y más personas trabajando y viviendo juntas se hizo necesario inventar nuevos sistemas que mantuvieran seguros a los ciudadanos y a sus propiedades.
En la Filadelfia colonial inventaron un sistema que consistía en que los ciudadanos que circulaban de noche por sus calles llevaban una campana encima. En caso de peligro, desorden o inconveniencias climáticas la hacían sonar para dar aviso al resto de ciudadanos.
Algunas ciudades construyeron torres de vigilancia en el centro para que los centinelas pudieran advertir cualquier peligro y avisar a la población o a los cuerpos de seguridad haciendo sonar la campana de alarma. Este sistema funcionó muy bien hasta 1835, cuando en un gran incendio en la ciudad de Nueva York, todos los centinelas hicieron sonar su campana confundiendo a los bomberos que no supieron dónde debían dirigirse. A partir de entonces hubo una reorganización en la seguridad de la ciudad, que se extendió a otros lugares que tomaron ejemplo.
Uno de los nuevos sistemas consistió en ubicar un botón de emergencia para que el ciudadano que viera un peligro pudiera avisar al momento a través de un telégrafo con un código de ubicación que avisaba a los bomberos.
La seguridad electrónica
Con las campañas y torres de vigilancia se protegían los grandes inconvenientes pero en caso de robo en el hogar sólo disponían de técnicas caseras como los cables trampa, las trampas para ratones o las oraciones. Pero en 1853 Augustus Pope elaboró un dispositivo que conectaba una serie de electroimanes a una gran campana que vibraba al recibir la señal. Gracias a la ambición de un hombre de negocios este sistema de seguridad se comercializó y acabó convirtiéndose en un sistema de alarma monitorizado en Boston y Nueva York.
Los dispositivos móviles y la red sin cables
Hoy en día el cambio en seguridad es brutal. Podemos estar a mil kilómetros de casa pero seguir viendo en nuestra pequeña pantalla del móvil que pasa en nuestro comedor en directo. Los sensores pueden detectar mínimos movimientos, y si algo extraño sucede un aviso llegará inmediatamente a los cuerpos de seguridad.
Gracias a los inventos y descubrimientos de todas las civilizaciones hoy podemos contar con un servicio de protección del hogar que nos garantiza la tranquilidad y el confort que necesitamos. ¡Disfrutémoslo!
¿Qué pensaría el soldado que vertía aceite en los castillos medievales si nos viera ahora?